Las imágenes de inmigrantes africanos llegados en patera a las costas de Almería, Granada, Cádiz y Canarias son muy frecuentes en los medios de comunicación, hasta tal punto que dejan de sorprender y de estremecer los rostros de estas personas que se juegan la vida por alcanzar España y poder sobrevivir. Hipotecan sus casas, los ahorros de toda una vida para conseguir un hueco en una pequeña embarcación, hacinados por unos 'verdugos' que lo único que quieren es ganar más dinero.
Esta inmigrante subsahariana fue rescatada por miembros del Servicio Marítimo de la Guardia Civil y de Salvamento Marítimo cuando viajaba en una patera cerca del puerto de Motril (Granada) junto a más inmigrantes
(en total 23 mujeres, 14 hombres y cuatro niños).
Mujeres embarazadas arriesgan su vida y la de su bebé porque en su tierra lo han perdido todo, hasta la esperanza, y piensan que al otro lado, podrán tener una oportunidad. Y esta misma situación también se repite en otras partes del mundo. Son muchos los sudamericanos que se embarcan para poder vivir el 'sueño americano'. La frontera de México es el único obstáculo para llegar a cumplirlo.
Algunos se pasan días y días a la deriva, bajo un sol imponente que oscurece su piel, acentúa las quemaduras de su alma y reaviva su miedo. Los que alcanzan tierra les quedan largas horas, días y meses por el desierto para llegar a esa frontera, al final de esa odisea, y donde pueden encontrar la muerte al intentar pasarla de manera ilegal.
Unos lo consiguen y después de un tiempo viviendo en Estados Unidos, y porque la suerte es así de caprichosa, lo deportan a su país. Entonces, vuelven a pagar para conseguir un asiento en ese viaje al infierno y ya la fortuna no les da más oportunidades y acaban engullidos por un mar sin piedad, que después escupe sus castigados y abrasados cuerpos para que sus seres queridos tengan un lugar donde llorarlos.
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